Esta es una frase muy común hoy día, más cuando tenemos una vida tan agitada con el trabajo, los compromisos, los colegios, la familia, las universidades, la salud y agrégale a esta pequeña lista las ocurrencias de tu gobierno.
Voy a comentarles la historia de una persona que llevaba una vida como la tuya y su relato es el siguiente: Un día cierto amigo de la secundaria me escribió diciéndome algo así como “déjate ver que estas perdido”, a lo que le conteste, “el perdido más bien es otro” y el me agrego la siguiente frase: “vives en un mundo donde predicas de la amistad, las buenas costumbres, las relaciones familiares y el amor, pero se te olvida que eso hay que vivirlo”…. Créanme, me molesté con lo que me dijo, ¡qué cree que yo me la paso mirando el techo y suspirando por los ingresos que no tengo, como me gustaría que se pusiera un momento en mis zapatos para que vea lo bonito que es; típico de las personas lanzar juicios sin siquiera darse cuenta por lo que uno vive, o las circunstancias que le rodean!,
Pero bueno, decidí analizar lo que me decía y encontré que tenía mucha razón, nos sumergimos en nuestros compromisos todos los días, adoptamos una rutina de ejercicios mentales y no cardiovasculares dejando al lado cosas tan importantes como llamar a un amigo, visitar a nuestro pastor, escribir un mail a un familiar que hace mucho no vemos, o simplemente salir a tomarte un buen café colombiano, nos dejamos absorber por nuestras múltiples ocupaciones.
Así que decidí ir a visitar a mi viejo amigo, alisté mis cosas, hice un par de llamadas y dejé a cargo al personal de mi equipo de trabajo para que me cubrieran en las actividades de esos dos días que no iba a estar en la ciudad, durante el viaje pensaba en mi amigo y decía dentro de mí, estará barbado, estará en buenas condiciones, seguirá siendo el mujeriego, amiguero, desordenado, o habrá sentado cabeza y se ha casado, tendrá hijos, seguirá con sus locas aventuras como cuando éramos jóvenes y nos íbanos de pesca o cuando salíamos con las amistades de la secundaria a un paseo de olla al río más cercano y regresar con mil aventuras típicas de las locuras de los adolescentes, definitivamente ya tenía ganas de verlo abrazarlo y compartir viejas anécdotas, algo dentro de mi hacía que cada minuto que pasaba aumentara la calidez de ese encuentro.
Al llegar a mi destino me encontré que la casa donde siempre pasaba a recogerlo camino al colegio ya no estaba habitada por ellos, pregunté a los nuevos moradores que había sido de la vida de los anteriores inquilinos y me indicaron que ellos vivían a las afueras de la población, en una pequeña parcela, así que me encaminé rumbo a las afueras en búsqueda de la pequeña parcela, por donde iba preguntaba más datos que me llevaran al punto exacto, pero cada vez me encontraba con personas que no conocía y no era lo mucho que me ayudaban, me miraban como a u n perfecto extraño, que en sí lo era para ellos, hasta que encontré la pequeña parcela, mi sorpresa fue enorme al ver la casa deteriorada y las condiciones en que estaba, por un momento pensé, estos me han hecho una la broma del despistado, cuanto más preguntas más te despistan, pero pude reconocer una vieja camioneta Chevrolet Apache, así que me acerqué con algo de desconfianza y toque la puerta, había un olor a humedad, a humo de fogón de leña y polvo por todos lados, al ver que no respondían a mi llamado decidí asomarme por la ventana y echar un vistazo hacia adentro, estaba muy oscuro casi no se veía, tuve que esperar unos segundos a que mi vista se ajustara a la poca cantidad de luz que había en el interior, trataba de identificar una tenue silueta en un sillón y en ese momento se me detuvo el corazón, cuando escuche una voz que decía: “¿Se le ofrece algo?” una hermosa chiquilla de aproximados 14 – 15 años estaba justo tras de mi preguntando que si yo era el amigo de su papá, a lo cual le respondí con la garganta bien seca “dame un vaso con agua mijita”, me hizo entrar y preciso en ese sillón se encontraba sentado mi viejo amigo, se levantó con mucho esfuerzo para saludarme y abrazarme nos dimos un abrazo hasta el punto de casi reventar en llanto, aún recuerdo su olor a campo, como al de un hombre que está dedicado al cultivo de la tierra y como por arte de magia, nuestras vidas se trasladaron a la época de nuestra juventud, reímos, compartimos anécdotas, hablamos de su parcela, hablamos de tantas cosas, compartimos un delicioso pan que solo lo he consumido en esa región y es el de maíz acompañado con tinto de colar, caminamos por el campo y me mostró el hermoso valle y la vista que se aprecia desde su pequeña parcela hacia una especie de cañón por donde sigue el cauce el río, fue una experiencia renovadora para mi vida, me comentó del fallecimiento de su esposa y como había hecho para seguir adelante con su hija, cuando me despedí me sentía mucho más fuerte, había una alegría en mi corazón indescriptible y le vi el verdadero sentido a mi viaje.
Unos meses después alguien toca a mi puerta, cuando abro es la hija de mi amigo con una pequeña maletita y un sobre en su mano, en cuyo interior había una nota que decía en su primera línea “gracias, sé que la cuidarás bien”, le pregunté a la niña que había pasado y me contestó: “El día que usted apareció en mi casa me pidió un vaso con agua, cuando se lo fui a llevar terminé tomándomelo yo, mi papá llevaba varios meses que no podía caminar por un cáncer en la medula espinal, no sé quién es usted, pero desde la muerte de mamá nunca había visto a mi padre tan contento y lleno de vida, me envió con estos panes de maíz y esta tortuguita, me dijo que usted la cuidaría bien”, mi amigo falleció la noche que envió a su hija y de eso hace ya varios años, mi esposa y yo la cuidamos como si fuera nuestra, pues no habíamos podido tener hijos, ese viaje me enseño lo importante que es dedicarle tiempo a los seres que amamos, ellos nos llenan de vida cada vez que nos damos un abrazo.
Con esta historia quiero decirte lo siguiente, Cuando creas que YA NO PUEDES MAS, piensa un momento, si estas dedicando mucho esfuerzo en cosas que no alimentan tu vida y tu espíritu, sino todo lo contrario, te están consumiendo, cuando quieras tirar la toalla que sea solamente porque te acabas de secar el sudor de tu frente para seguir dando la buena batalla de la fe y recuerda, Dios se manifiesta a ti de maneras que no entiendes ni puedes comprender, solo hasta el momento que te las hace vivir.
BENDICIONES y Feliz semana para todos
Pbro. César Narváez Muñoz
Ministerio Pastoral
Comunidad Cristiana Los Pámpanos
Iglesia Presbiteriana Reformada de Colombia
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